Poemas en Castellano





Lo mejor de la poesía son los amigos que nos da

Raul Gustavo Aguirre

Acerca de
Poemas en Castellano es un blog que intenta recopilar lo mejor de la poesía castellana
Frases
“Escribid con amor, con corazón, lo que os alcance, lo que os antoje. Que eso será bueno en el fondo, aunque la forma sea incorrecta; será apasionado, aunque a veces sea inexacto; agradará al lector, aunque rabie Garcilaso; no se parecerá a lo de nadie; pero; bueno o malo, será vuestro, nadie os lo disputará; entonces habrá prosa, habrá poesía, habrá defectos, habrá belleza.”

Domingo F. Sarmiento

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José Hierro -Así era-
Friday, September 09, 2005
Así era
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

"Canta, me dices. Y yo canto.
¿Cómo callar? Mi boca es tuya.
Rompo contento mis amarras,
dejo que el mundo se me funda.
Sueña, me dices. Y yo sueño.
¡Ojalá no soñara nunca!
No recordarte, no mirarte,
no nadar por aguas profundas,
no saltar los puentes del tiempo
hacia un pasado que me abruma,
no desgarrar ya más mi carne
por los zarzales, en tu busca.

Canta, me dices. Yo te canto
a ti, dormida, fresca y única,
con tus ciudades en racimos,
como palomas sucias,
como gaviotas perezosas
que hacen sus nidos en la lluvia,
con nuestros cuerpos que a ti vuelven
como a una madre verde y húmeda.

Eras de vientos y de otoños,
eras de agrio sabor a frutas,
eras de playas y de nieblas,
de mar reposando en la bruma,
de campos y albas ciudades,
con un gran corazón de música."
posted by Alfil @ 7:59 AM   0 comments
José Hierro -El héroe-
El héroe
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Oí latir el corazón del mar
unido al de otras músicas -el vals, la polka, el tango,
el chárleston, el pasodoble, la rumba, el twist, el mádison-,
lo eterno y la que pasa, mano a mano.
La vida. El mar, y las ciudades: hermosa Viena,
desasosegadora Nueva York,
pasando por París y por Madrid.
Músicas muertas en los tocadiscos
de los muchachos, como antaño en pianolas y organillos.
Música viva, como un mar que transcurre para los soñadores

-Bach, Schumann, Brahms o Debussy-;
señales de otras músicas futuras, de otras vidas,
de otros tiempos -Boulez, Berio, Stockhausen, Luis de Pablo-,
viejos probablemente cuando leáis estas palabras
viejas también, que ahora arrojo al olvido.

Entonces lo vi allí, al héroe, indiferente,
con su uniforme de guardarropía,
anacrónico. El pecho cubierto de medallas y de nobles cintajos,
maravillas de seda y cobre.
Vi al héroe, descansando sobre el banco de piedra.

Los jóvenes que pasan, navegan por la música.
Otros, ya con arrugas, oyen el canto de las olas.
Yo sólo, aquí, entre ellos, el más viejo de todos,
oigo música y mar al mismo tiempo. Es la armonía
de quien nació y ha muerto muchas veces.
No es frecuente que sea así, pero sucede, como ahora:
de súbito se encienden mar y música;
estallan tiempo, espacio, fuera y dentro;
giran deslumbradores vida de ayer y sangre fresca:
es como un huracán irresistible.

Es como un fuego. Yo iba andando
con la felicidad de adentro
y la felicidad de afuera,
suma de aquella humanidad entre la que pasaba.
Y vi al hombre: «Qué harás aquí -le dije-,
descorazonadora criatura,
carcomiendo la plenitud. Qué se habrá muerto
dentro de ti».

Y yo, que oía
todos los sones, sólo oí el silencio, su silencio,
el silencio del héroe,
sordo al mar, a la música, a sus recuerdos y proyectos.

Nueve décimas partes de su vida
debieron de pasar sin acercarse al mar,
sin sospechar siquiera qué paciencia salada,
qué artesanía de olas y de días
son necesarias para producirse
el prodigio de un árbol de coral,
la fantasía helicoidal de un caracol.
Era un héroe deshabitado, sin corona de roble
que le ciña de días gloriosos.

Despojad un instante a esta palabra
-héroe- de tantas adherencias literarias. Borrad
las iconograffas consabidas:
Grecia y piedra rosada, cara al mar,
héroes ecuestres del Renacimiento...
Era otra cosa el hombre que yo vi.

Nació en alguna aldea del interior de España-
La piel end.urecida, impasibles los ojos
que nada vieron nunca si no fue la llanura
circundada de encinas, donde nació y vivió.

Donde vivió esperando
su tren de muerte, como yo ahora espero,
mientras nerviosamente escribo estos recuerdos,
al tren que ha de llegar a Medina del Campo
casi al amanecer. Estos sucesos
ocurrieron lejos de aquí, y en mí vivían
solicitando forma, para no ser pura nostalgia.
Sólo esta noche pude hallarles la palabra.)

Allí vivió veinte años. Un día, le hizo hombre
la guerra: le dio fe, lejanías y llamas.
Llegó hasta el mar; el mar le hizo sentirse libre;
mojó en el mar su cuerpo,
conquistó tierras, hizo prisioneros,
bebió vino de muerte, sintió tristeza y sintió ira;
tal vez fuera marcado por la metralla. Estuvo vivo
como nunca lo estuvo ni volvería a estarlo.
Dio razón y entusiasmo a su vida:
se la jugó con alegría a una carta tapada.
Luego, volvió a su pueblo a ensartar días y cosechas,
a dorar con melancolías
su estatua coronada de olas.

Y he aquí que al cabo de los años
llega otra vez junto al mar luminoso.
Donde dejó entusiasmo, vida y fe,
ha encontrado el silencio,
el mismo de las eras de su aldea,
mas ya sin esperanza.
Ha desfilado entre banderas, entre cánticos;
resucitaron las palabras en la garganta joven;
ha bebido el vino de antaño
y paseado su embriaguez gloriosa.
Desde las doce a la una y media
ha durado el desfile de estos supervivientes,
nostálgicos representantes
de un drama, escrito hace quién sabe cuántos años.
Después de la comida y los discursos
cayó el telón. Y oyó el silencio de los espectadores.
Y el silencio del mar. Y el de su vida.
Dijeron: «A las nueve al autobús;
hay que llegar temprano a casa.»
Oyó el silencio de su vida.
Desconocido entre desconocidos,
anduvo por las calles, sin rumbo. Se sentó
enfrente de las olas. Volvió el naipe
y no había figura pintada en él. y oyó el silencio.

¿Comprendéis? El nordeste cesa al atardecer.
Ya ni siquiera hace temblar la ropa de este hombre.
No le deja en la mano el aroma del arma
con que mató a la muerte hace ya tiempo.
Van los muchachos por su lado, destruyen
la muerte con la música, como ayer con la pólvora.
Destruyen con la música la vida.
Con la música crean un inmenso silencio.
posted by Alfil @ 7:56 AM   0 comments
José Hierro -Aquel que ha sentido-
Aquel que ha sentido
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría
no podrá morir nunca.

Yo lo veo muy claro en mi noche completa.
Me costó muchos siglos de muerte poder comprenderlo,
muchos siglos de olvido y de sombra constante,
muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido
a la hierba que encima de mí balancea su fresca verdura.

Ahora el aire, allá arriba, más alto que el suelo que pisan los vivos,
será azul. Temblará estremecido, rompiéndose,
desgarrado su vidrio oloroso por claras campanas,
por el curvo volar de los gorriones,
por las flores doradas y blancas de esencias frutales.
(Yo una vez hice un ramo con ellas.
Puede ser que después arrojara las flores al agua,
puede ser que le diera las flores a un niño pequeño,
que llenara de flores alguna cabeza que ya no recuerdo,
que a mi madre llevara las flores:
yo quería poner primavera en sus manos.)

¡Será ya primavera allá arriba!
Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría
no podré morir nunca.
Pero yo que he tocado una vez las agudas agujas del pino
no podré morir nunca.
Morirán los que nunca jamás sorprendieron
aquel vago pasar de la loca alegría.
Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca.

Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí.
posted by Alfil @ 7:54 AM   0 comments
José Hierro -Corazón que te hieren-
Corazón que te hieren
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Corazón que te hieren
con una rama verde.

Llegó a mi lado. Era
el momento más fuerte
que el recuerdo. Es hoy todo
inolvidable. El verde
de los álamos es
vida. Los cielos tienen
azul de amor sereno
que aún ignora la muerte.

Llega a mi lado. Trae
una rama. (Parece
la verde primavera
que entre sus manos duerme.)
Oh, qué felicidad.
Las brisas, cómo mecen.
Ella saca a las flores
de su encanto silvestre.
Ella toca de gracia
el áspero presente.

Llega a mi lado. Trae
una rama. (Se mueve
irreal: su elemento
es la música. Viene
quebrando los silencios
maravillosamente. )

Entre sus manos es
la rama una serpiente
de luz, un río frágil,
bandera transparente
que pone en este ensueño
su alegría evidente.
(Por la rama comprendo
que estamos vivos. Este
instante no es un sueño
que pasa y no nos mueve.)
Es un látigo frágil,
una llama en que beben
nuestros ojos.

¿Por qué
la ceñiste a mis sienes 40
como si fuera el único
dios a quien perteneces?
¡Por qué te he preguntado
si ceñiste otras sienes!

Corazón, te han herido
con una rama verde.
posted by Alfil @ 7:49 AM   0 comments
José Hierro -Hablaban con bocas de sombra-
Hablaban con bocas de sombra
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Hablaban con bocas de sombra,
susurraban sucesos mágicos,
historias de herrumbre y de musgo
(no sabían que estaban muertos,
y yo no quería apenarlos).
Fui reconstruyendo sonidos
que en el sueño significaban
para interpretarlos despierto
y atribuirlos a unos labios.

(Quería conocer el nombre
de quienes me hablaban en sueños:
la rosa no olería igual
si su nombre no .fuese rosa.)
Rescaté, lúcido y sonámbulo,
los vestigios que la marea
llevó a mi playa de despierto;
con ellos construiría un puente
desde el soñar hasta el velar:
así tendrían consistencia
las palabras impronunciables
que yo escuché cuando dormía,
fantasmal materia de sueño.
posted by Alfil @ 7:45 AM   0 comments
José Hierro -A orillas del East River-
A orillas del East River
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

I
En esta encrucijada,
flagelada por vientos de dos ríos
que despeinan la calle y la avenida,
pisoteada su negrura por gaviotas de luz,
descienden las palabras a mi mano,
picotean los granos de rocío,
buscan entre mis dedos las migajas de lágrimas.
Siempre aspiré a que mis palabras,
las que llevo al papel,
continuasen llorando
-de pena, de felicidad, de desesperanza,
al fin, todo es lo mismo-,
porque yo las había llorado antes;
antes de que desembocasen en el papel blanquísimo,
en el papel deshabitado, que es el morir.
Dejarían en él los ecos asordados, empañados,
de lo que tuvo vida.
Alguien advertiría la humedad de las lágrimas,
lloraría por seres que jamás conoció,
que acaso no es posible que existieran
aunque estuvieron vivos
en el recuerdo o en la imaginación.
Lloraríamos todos por los desconocidos,
los -para mí -difuminados
en la magia del tiempo.
Contra las estructuras
de metal y de vidrio nocturno
rebotan las palabras aún sin forma,
consagradas en el torbellino helado,
y no me hacen llorar.
Yo ya no sé llorar. ¡Y mira que he llorado!


II
Yo ya no lloro,
excepto por aquello que algún día
me hizo llorar:
los aviones que proclamaban
que todo había terminado;
la estación amarilla diluida en la noche
en la que coincidían, tan sólo unos instantes,
el tren que partía hacia el norte
y el que partía hacia el oeste
y jamás volverían a encontrarse;
y la voz de Juan Rulfo: «diles que no me maten»;
y la malagueña canaria;
y la niña mendiga de Lisboa
que me pidió un «besiño».

Yo ya no lloro.
Ni siquiera cuando recuerdo
lo que aún me queda por llorar.
posted by Alfil @ 7:31 AM   0 comments
José Hierro -El buen momento-
El buen momento
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Aquel momento que flota
nos toca con su misterio.
Tendremos siempre el presente
roto por aquel momento.

Toca la vida sus palmas
y tañe sus instrumentos.
Acaso encienda su música
sólo para que olvidemos.

Pero hay cosas que no mueren
y otras que nunca vivieron.
Y las hay que llenan todo

nuestro universo.
Y no es posible librarse
de su recuerdo.
posted by Alfil @ 7:28 AM   0 comments
José Hierro -El niño de la jaula vacía-
El niño de la jaula vacía
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Con tus manos hiciste libres
-con tus propias manos- las aves.
Hijo: qué sueñas, sombra, símbolo
del hombre que rompe sus cárceles,

del que libera pensamientos,
palabras que se lleva el aire;
del que dio canto y dio consuelo
y no halló quien lo consolase.

Solitario, mudo, ceñidas
las sienes de hojas otoñales.
En la boca reseca el gusto
de la sal de todos los mares.

La sal que dejaron las olas
de los días al derrumbarse.
posted by Alfil @ 7:26 AM   0 comments
José Hierro -Marzo-
Marzo
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Marzo, lo siento, ya no me conmueve
tu pasar, al -perdida la estructura
sentimental- sentirte forma pura
entre mis dedos pálidos de nieve.

Yo no sé qué ha perdido tu relieve,
qué fatal, invisible arquitectura
de risas. qué alegría, qué hermosura,
qué poema de cañas cuando llueve.

Delgado manantial de sensaciones,
lo siento, marzo, pero no supones
ya nada para mí. No sé si todo

lo que yo te he pedido me lo has dado,
no sé por qué. si no me has defraudado,
marzo, desde hoy te miro de otro modo.
posted by Alfil @ 7:23 AM   0 comments
José Hierro -Noche-
Noche
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Salió desnuda el alma
a quemarse en la hoguera.
¡Qué claras da la sombra
las estrellas!
Se enredaba la noche,
azul, entre las piernas.
ocultas en los chopos
bailaban las doncellas.
¡Qué anunciación, qué víspera
de deshojar las nieblas
de dos en dos. Las brisas
de tres en tres!
Estrellas,
qué claras dan la sombra
las estrellas.
posted by Alfil @ 7:21 AM   0 comments
José Hierro -Viento de otoño-
Viento de otoño
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Hemos visto, ¡alegría!, dar el viento
gloria final a las hojas doradas.
Arder, fundirse el monte en llamaradas
crepusculares, trágico y sangriento.
Gira, asciende, enloquece, pensamiento.
Hoy da el otoño suelta a sus manadas.
¿No sientes a lo lejos sus pisadas?
Pasan, dejando el campo amarillento.
Por esto, por sentirnos todavía
música y viento y hojas, ¡alegría!
Por el dolor que nos tiene cautivos,
por la sangre que mana de la herida
¡alegría en el nombre de la vida!
Somos alegres porque estamos vivos.
posted by Alfil @ 7:15 AM   0 comments
José Hierro -Olas-
Olas
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Blanco, ceñido de luz blanca
desde los pies a la cabeza.
Vienen de lejos hasta mí,
se alzan, me embisten, me rodean.
Hacen nacer dentro del alma
no sé qué antiguas inocencias.
Alegría sobre las olas,
en los troncos de las palmeras,
alegría de oros y azules
bajo la luz que se dispersa.
(Esta alegría que ahora siento
yo sólo sé lo que me cuesta.)
He podado las viejas ramas
que maduró el dolor. Las viejas
ramas. Ya el árbol tiene blancas
flores, y frutas opulentas.
Tras el dolor consigue el alma
su plenitud. Sólo así llega
a reposar en la alegría,
a sentirse total y nueva.
He podado las viejas ramas.
(Yo pregunté sin que me oyeran.
Quise saber si era el otoño:
tenía el cielo una luz vieja,
un oro pálido y sereno,
como las hojas secas.
Veía siempre una gaviota
planear sobre mi cabeza).
He podado las viejas ramas,
la vida entera.
Enterré en el fondo del pozo
mi clara estrella.
He podado las viejas ramas.
Puse luz en mi noche negra
para que hoy beba su alegría
la pobre alma...
Me rodean.
Blanco, ceñido de luz blanca
desde los pies a la cabeza.
El alma bebe su alegría
entre las olas. Se despierta
de su mal sueño. Arena casi
maternal. Entre las palmeras
hay aves de oro, frutos de oro,
niños de oro, doradas hierbas.
Las olas rompen y me embisten,
y me visten de blancas yedras.
¡Alegría sobre las olas
disparando loca sus flechas!
Despiertan dentro de mi alma
no sé qué antiguas inocencias.
Alegría sólo presente
para que siempre sea eterna.
(Esta alegría que ahora siento
yo sólo sé lo que me cuesta).
posted by Alfil @ 7:09 AM   0 comments
José Hierro -Réquiem-
Réquiem
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Manuel del Río, natural
de España, ha fallecido el sábado
11 de mayo, a consecuencia
de un accidente. Su cadáver
está tendido en D'Agostino
Funeral Home. Haskell. New Jersey.
Se dirá una misa cantada
a las 9,30 en St. Francis.
Es una historia que comienza
con sol y piedra, y que termina
sobre una mesa, en D'Agostino,
con flores y cirios eléctricos.
Es una historia que comienza
en una orilla del Atlántico.
Continúa en un camarote
de tercera, sobre las olas
—sobre las nubes— de las tierras
sumergidas ante Poseidón.
Halla en América su término
con una grúa y una clínica,
con una esquela y una misa
cantada, en la iglesia de St. Francis.
Al fin y al cabo, cualquier sitio
da lo mismo para morir:
el que se aroma de romero,
el tallado en piedra o en nieve,
el empapado de petróleo.
Da lo mismo que un cuerpo se haga
piedra, petróleo, nieve, aroma.
Lo doloroso no es morir
acá o allá...
Requiem aeternam,
Manuel del Río. Sobre el mármol
en D'Agostino, pastan toros
de España, Manuel, y las flores
(funeral de segunda, caja
que huele a abetos del invierno)
cuarenta dólares. Y han puesto
unas flores artificiales
entre las otras que arrancaron
al jardín... Liberanos domine
de morte aeterna... Cuando mueran
James o Jacob verán las flores
que pagaron Giulio o Manuel...
Ahora descienden a tus cumbres
garras de águila. Dies irae.
Lo doloroso no es morir
dies illa acá o allá;
sino sin gloria...
Tus abuelos
fecundaron la tierra toda,
la empaparon de la aventura.
Cuando caía un español
se mutilaba el Universo.
Los velaban no en D'Agostino
Funeral Home, sino entre hogueras,
entre caballos y armas. Héroes
para siempre. Estatuas de rostro
borrado. Vestidos aún
sus colores de papagayo,
de poder y de fantasía.
Él no ha caído así. No ha muerto
por ninguna locura hermosa.
(Hace mucho que el español
muere de anónimo y cordura,
o en locuras desgarradoras
entre hermanos: cuando acuchilla
pellejos de vino derrama
sangre fraterna). Vino un día
porque su tierra es pobre. El Mundo,
Liberanos Domine, es patria.
Y ha muerto. No fundó ciudades.
No dio su nombre a un mar. No hizo
más que morir por diecisiete
dólares (él los pensaría
en pesetas). Requiem aeternam.
Y en D'Agostino lo visitan
los polacos, los irlandeses,
los españoles, los que mueren
en el week-end.
Requiem aeternam.
Definitivamente todo
ha terminado. Su cadáver
está tendido en D'Agostino
Funeral Home. Haskell. New Jersey.
Se dirá una misa cantada
por su alma.
Me he limitado
a reflejar aquí una esquela
de un periódico de New York.
Objetivamente. Sin vuelo
en el verso. Objetivamente.
Un español como millones
de españoles. No he dicho a nadie
que estuve a punto de llorar.
posted by Alfil @ 6:58 AM   0 comments
José Hierro -Vida-
Vida
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

A Paula Romero

Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.
Grito «¡Todo!», y el eco dice «¡Nada!».
Grito «¡Nada!», y el eco dice «¡Todo!».
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.
No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)
Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.
posted by Alfil @ 6:54 AM   0 comments
José Hierro -Para un esteta-
Para un esteta
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Tú que hueles la flor de la bella palabra
acaso no comprendas las mías sin aroma.
Tú que buscas el agua que corre transparente
no has de beber mis aguas rojas.
Tú que sigues el vuelo de la belleza, acaso
nunca jamás pensaste cómo la muerte ronda
ni cómo vida y muerte —agua y fuego— hermanadas
van socavando nuestra roca.
Perfección de la vida que nos talla y dispone
para la perfección de la muerte remota.
Y lo demás, palabras, palabras y palabras,
¡ay, palabras maravillosas!
Tú que bebes el vino en la copa de plata
no sabes el camino de la fuente que brota
en la piedra. No sacias tu sed en su agua pura
con tus dos manos como copa.
Lo has olvidado todo porque lo sabes todo.
Te crees dueño, no hermano menor de cuanto nombras.
Y olvidas las raíces («Mi Obra», dices), olvidas
que vida y muerte son tu obra.
No has venido a la tierra a poner diques y orden
en el maravilloso desorden de las cosas.
Has venido a nombrarlas, a comulgar con ellas
sin alzar vallas a su gloria.
Nada te pertenece. Todo es afluente, arroyo.
Sus aguas en tu cauce temporal desembocan.
Y hechos un solo río os vertéis en el mar,
«que es el morir», dicen las coplas.
No has venido a poner orden, di que has venido
a hacer moler la muela con tu agua transitoria.
Tu fin no está en ti mismo («Mi Obra», dices), olvidas
que vida y muerte son tu obra.
Y que el cantar que hoy cantas será apagado un día
por la música de otras olas.
posted by Alfil @ 6:54 AM   0 comments
José Hierro -Razón-
Razón
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Tal vez porque cantamos embriagados la vida
crees que fue con nosotros lo que tú llamas buena.
Puedes aproximarte, puedes tocar la herida
de amargura y de sangre hasta los bordes llena.
Ganamos la alegría bajo un cielo sombrío,
mientras el desaliento nos prendía en sus redes.
Hemos tenido sueño, hemos tenido frío,
hemos estado solos entre cuatro paredes.
Vivimos... Llena el alma la hermosura más plena.
En países de nieblas también nacen flores.
Después de la amargura y después de la pena
es cuando da la vida sus más bellos colores.
posted by Alfil @ 6:47 AM   0 comments
José Hierro -Respuesta-
Respuesta
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Quisiera que tú me entendieras a mí sin palabras.
Sin palabras hablarte, lo mismo que se habla mi gente.
Que tú me entendieras a mí sin palabras
como entiendo yo al mar o a la brisa enredada en un álamo verde.
Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte,
Hace ya mucho tiempo aprendí hondas razones que tú no comprendes.
Revelarlas quisiera, poniendo en mis ojos el sol invisible,
la pasión con que dora la tierra sus frutos calientes.
Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte.
Siento arder una loca alegría en la luz que me envuelve.
Yo quisiera que tú la sintieras también inundándote el alma,
yo quisiera que a ti, en lo más hondo, también te quemase y te hiriese.
Criatura también de alegría quisiera que fueras,
criatura que llega por fin a vencer la tristeza y la muerte.
Si ahora yo te dijera que había que andar por ciudades perdidas
y llorar en sus calles oscuras sintiéndose débil,
y cantar bajo un árbol de estío tus sueños oscuros,
y sentirte hecho de aire y de nube y de hierba muy verde...
Si ahora yo te dijera
que es tu vida esa roca en que rompe la ola,
la flor misma que vibra y se llena de azul bajo el claro nordeste,
aquel hombre que va por el campo nocturno llevando una antorcha,
aquel niño que azota la mar con su mano inocente...
Si yo te dijera estas cosas, amigo,
¿qué fuego pondría en mi boca, qué hierro candente,
qué olores, colores, sabores, contactos, sonidos?
Y ¿cómo saber si me entiendes?
¿Cómo entrar en tu alma rompiendo sus hielos?
¿Cómo hacerte sentir para siempre vencida la muerte?
¿Cómo ahondar en tu invierno, llevar a tu noche la luna,
poner en tu oscura tristeza la lumbre celeste?
Sin palabras, amigo; tenía que ser sin palabras como tú me entendieses.
posted by Alfil @ 6:42 AM   0 comments
José Hierro -Epitafio para la tumba de un héroe-
Epitafio para la tumba de un héroe
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Se creía dueño del mundo
porque latía en sus sentidos.
Lo aprisionaba con su carne
donde se estrellaban los siglos.
Con su antorcha de juventud
iluminaba los abismos.
Se creía dueño del mundo:
su centro fatal y divino.
Lo pregonaba cada nube,
cada grano de sol o trigo.
Si cerraba los ojos, todo
se apagaba, sin un quejido.
Nada era si él lo borraba
de sus ojos o sus oídos.
Se creía dueño del mundo
porque nunca nadie le dijo
cómo las cosas hieren, baten
a quien las sacó del olvido,
cómo aplastan desde lo eterno
a los soñadores vencidos.
Se creía dueño del mundo
y no era dueño de sí mismo.
posted by Alfil @ 6:39 AM   0 comments
José Hierro -El muerto-
El muerto
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría
no podrá morir nunca.
Yo lo veo muy claro en mi noche completa.
Me costó muchos siglos de muerte poder comprenderlo,
muchos siglos de olvido y de sombra constante,
muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido
a la yerba que encima de mí balancea su fresca verdura.
Ahora el aire, allá arriba, más alto que el suelo que pisan los vivos
será azul. Temblará estremecido, rompiéndose,
desgarrado su vidrio oloroso por claras campanas,
por el curvo volar de gorriones,
por las flores doradas y blancas de esencias frutales.
(Yo una vez hice un ramo con ellas.
Puede ser que después arrojara las flores al agua,
puede ser que le diera las flores a un niño pequeño,
que llenara de flores alguna cabeza que ya no recuerdo,
que a mi madre llevara las flores;
yo querría poner primavera en sus manos.)
¡Será ya primavera allá arriba!
Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría
no podré morir nunca.
Pero yo que he tocado una vez las agudas agujas del pino
no podré morir nunca.
Morirán los que nunca jamás sorprendieron
aquel vago pasar de la loca alegría.
Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca.
Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí.
posted by Alfil @ 6:35 AM   0 comments
José Hierro -Mundo de piedra-
Mundo de piedra
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Se asomó a aquellas aguas
de piedra.
Se vio inmovilizado,
hecho piedra. Se vio
rodeado de aquellos
que fueron carne suya,
que ya eran piedra yerta.
Fue como si las horas,
ya piedra, aún recordaran
un estremecimiento.
La piedra no sonaba.
Nunca más sonaría.
No podía siquiera
recordar los sonidos,
acariciar, guardar,
consolar...
Se asomó al borde mudo
de aquel mundo de piedra.
Movió sus manos y gritó de espanto.
Y aquel sueño de piedra
no palpitó. La voz
no resonó en aquel
relámpago de piedra.
Fue imposible acercarse
a la espuma de piedra,
a los cuerpos de piedra
helada. Fue imposible
darles calor y amor.
Reflejado en la piedra
rozó con sus pestañas
aquellos otros cuerpos.
Con sus pestañas, lo único
vivo entre tanta muerte,
rozó el mundo de piedra.
El prodigio debía
realizarse. La vida
estallaría ahora,
libertaría seres,
aguas, nubes, de piedra.
Esperó, como un árbol
su primavera, como
un corazón su amor.
Allí sigue esperando.
posted by Alfil @ 6:12 AM   0 comments
José Hierro -El libro-
El libro
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Irás naciendo poco
a poco, día a día.
Como todas las cosas
que hablan hondo, será
tu palabra sencilla.
A veces no sabrán
qué dices. No te pidan
luz. Mejor en la sombra
amor se comunica.
Así, incansablemente,
hila que te hila.
posted by Alfil @ 6:09 AM   0 comments
José Hierro -Con las piedras, con el viento-
Con las piedras, con el viento
hablo de mi reino
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Mi reino vivirá mientras
estén verdes mis recuerdos.
Cómo se pueden venir
nuestras murallas al suelo.
Cómo se puede no hablar
de todo aquello.
El viento no escucha. No
escuchan las piedras, pero
hay que hablar, comunicar,
con las piedras, con el viento.
Hay que no sentirse solo.
Compañía presta el eco.
El atormentado grita
su amargura en el desierto.
Hay que desendemoniarse,
liberarse de su peso.
Quien no responde, parece
que nos entiende,
como las piedras o el viento.
Se exprime así
el alma. Así se libra de su veneno.
Descansa, comunicando
con las piedras, con el viento.
posted by Alfil @ 5:16 AM   0 comments
José Hierro -Canto a España-
Canto a España
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Oh España, qué vieja y qué seca te veo.
Aún brilla tu entraña como una moneda de plata cubierta de polvo.
Clavel encendido de sueños de fuego.
He visto brillar tus estrellas, quebrarse tu luna en las aguas,
andar a tus hombres descalzos, hiriendo sus pies con tus piedras ardientes.
¿En dónde buscar tu latido: en tus ríos
que se llevan al mar, en sus aguas, murallas y torres de muertas ciudades?
¿En tus playas, con nieblas o sol, circundando de luz tu cintura?
¿En tus gentes errantes que pudren sus vidas por darles dulzor a tus frutos?
Oh España, qué vieja y qué seca te veo.
Quisiera talar con mis manos tus bosques, sembrar de ceniza tus tierras resecas,
arrojar a una hoguera tus viejas hazañas,
dormir con tu sueño y erguirme después, con la aurora,
ya libre del peso que pone en mi espalda la sombra fatal de tu ruina.
Oh España, qué vieja y qué seca te veo.
Quisiera asistir a tu sueño completo,
mirarte sin pena, lo mismo que a luna remota,
hachazo de luz que no hiende los troncos ni pone la llaga en la piedra.
Qué tristes he visto a tus hombres.
Los veo pasar a mi lado, mamar en tu pecho la leche,
comer de tus manos el pan, y sentarse después a soñar bajo un álamo,
dorar con el fuego que abrasa sus vidas, tu dura corteza.
Les pides que pongan sus almas de fiesta.
No sabes que visten de duelo, que llevan a cuestas el peso de tu acabamiento,
que ven impasibles llegar a la muerte tocando sus graves guitarras.

Oh España, qué triste pareces.
Quisiera asistir a tu muerte total, a tu sueño completo,
saber que te hundías de pronto en las aguas, igual que un navío maldito.
Y sobre la noche marina, borrada tu estela,
España, ni en ti pensarías. Ni en mí. Ya extranjero de tierras y días.
Ya libre y feliz, como viento que no halla ni rosa, ni mar, ni molino.
Sin memoria, ni historia, ni edad, ni recuerdos, ni pena...
...en vez de mirarte, oh España, clavel encendido de sueños de llama,
cobre de dura corteza que guarda en su entraña caliente
la vieja moneda de plata, cubierta de olvido, de polvo y cansancio...
posted by Alfil @ 5:14 AM   0 comments
José Hierro -Canción de cuna para dormir a un preso-
Canción de cuna para dormir a un preso
José Hierro (Madrid, 1922-2002)


La gaviota sobre el pinar.
(La mar resuena.)
Se acerca el sueño. Dormirás,
soñarás, aunque no lo quieras.
La gaviota sobre el pinar
goteado todo de estrellas.
Duerme. Ya tienes en tus manos
el azul de la noche inmensa.
No hay más que sombra. Arriba, luna.
Peter Pan por las alamedas.
Sobre ciervos de lomo verde
la niña ciega.
Ya tú eres hombre, ya te duermes,
mi amigo, ea...
Duerme, mi amigo. Vuela un cuervo
sobre la luna, y la degüella.
La mar está cerca de ti,
muerde tus piernas.
No es verdad que tú seas hombre;
eres un niño que no sueña.
No es verdad que tú hayas sufrido:
son cuentos tristes que te cuentan.
Duerme. La sombra toda es tuya,
mi amigo, ea...
Eres un niño que está serio.
Perdió la risa y no la encuentra.
Será que habrá caído al mar,
la habrá comido una ballena.
Duerme, mi amigo, que te acunen
campanillas y panderetas,
flautas de caña de son vago
amanecidas en la niebla.
No es verdad que te pese el alma.
El alma es aire y humo y seda.
La noche es vasta. Tiene espacios
para volar por donde quieras,
para llegar al alba y ver
las aguas frías que despiertan,
las rocas grises, como el casco
que tú llevabas a la guerra.
La noche es amplia, duerme, amigo,
mi amigo, ea...
La noche es bella, está desnuda,
no tiene límites ni rejas.
No es verdad que tú hayas sufrido,
son cuentos tristes que te cuentan.
Tú eres un niño que está triste,
eres un niño que no sueña.
Y la gaviota está esperando
para venir cuando te duermas.
Duerme, ya tienes en tus manos
el azul de la noche inmensa.
Duerme, mi amigo...
Ya se duerme
mi amigo, ea...
posted by Alfil @ 4:49 AM   0 comments
José Hierro -Caballero de otoño-
Caballero de otoño
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

Viene, se sienta entre nosotros,
y nadie sabe quién será,
ni por qué cuando dice nubes
nos llenamos de eternidad.
Nos habla con palabras graves
y se desprenden al hablar
de su cabeza secas hojas
que en el viento vienen y van.
Jugamos con su barba fría.
Nos deja frutos. Torna a andar
con pasos lentos y seguros
como si no tuviera edad.
Él se despide. ¡Adiós! Nosotros
sentimos ganas de llorar.
posted by Alfil @ 4:45 AM   0 comments
José Hierro -Presto-
Presto
José Hierro (Madrid, 1922-2002)

De todos los que vi (se sucedían
fatalmente), de todos los que vi,
todos aquellos que solicitaron
-de quienes yo solicité- ternura,
calor, ensueño, olvido, paz o lágrimas...
De todos esos en los que viví,

por qué tenias que ser tú, retama
matinal, estival, voz derruida,
perro sin amo, espuma levantada
hacia las noches, agua de recuerdo,
gota de sombra, dedos que sostiene
nun pétalo de sol... por qué tenias,
ciega, precisamente que ser tú...

De todos los que vi, por qué tenias
que ser tú, leño que sobrenadabas...
Por qué tenias que ser tú, muralla
de ceniza, madera del olvido...

Por qué tenias que ser tú, precisa-
mente tú, con el nombre diluido,
con los ojos borrados, con la boca
carcomida, lo mismo que una estatua
limada por los siglos y las lluvias...
De todos los que vi, desenterrados
de las mañanas y los cielos grises...
De todos, todos, todos, por qué habías
de ser tú sólo quien me entristeciese,
quien se me levantase, puño de ola,
me golpease el corazón, con esos
instantes sin nosotros, caracolas
duras, vacías, donde suena el mar
de otros planetas...
Modelada en sombra
y en olvido, tenias que ser tú,
melancolía, quien resucitase...
posted by Alfil @ 4:41 AM   0 comments
José Hierro -Una tarde cualquiera-
Una tarde cualquiera
José Hierro (Madrid, 1922-2002)


Amigos:
Yo estaba muerto. Estaba
en mi cama, tendido.
se está muerto aunque lata el corazón, amigos.
Y se abre la ventana
y yo, sin cuerpo (vivo
y sin cuerpo, o difunto
y con vida), hundido
en el azul. (O acaso
sea el azul, hundido
en el azul...
posted by Alfil @ 4:37 AM   0 comments
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